Hoy leí el fragmento de un libro en una fotografía que alguien tomó, y la lectura me pareció interesante. Al término de dicho fragmento, me quedé con ganas de continuar leyendo. Vi entonces la descripción de la foto y di con que el autor era alguien que yo me había rehusado a leer hace tiempo. Mi prejuicio a pensar que su escritura nunca llegaría a interesarme se esfumó. Su escritura me atrapó y hasta me hizo pensar en todos estos años desperdiciados sin atreverme a sumergirme en su prosa, perdiéndome ese placer de lectura al que rehuí en mi ignorancia. Esto ocurrió gracias a que leí sin saber quién escribía. ¿Cuántas veces nos perdemos cosas buenas de alguien sólo por el prejuicio que le tenemos? Me pregunto también si, en lugar de ver el nombre del autor y tuviera a disposición únicamente las obras, me encontraría con más de una sorpresa y terminarían gustándome escritores a los que nunca les di una oportunidad. Extrapolando esto a las personas, me parece que es un hecho casi universal que todos tenemos cierta aprensión a alguien más que a algo. Si no nos gusta o cae bien una persona, por las razones que sea, las cosas buenas que tenga no van a ser bien recibidas por nosotros. Esto crea ya de por sí una barrera que nos impide apreciar las buenas cualidades del resto. Terminemos con ella. Quién sabe si hay sorpresas aguardándonos.
Heber Snc Nur
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